segunda-feira, 10 de outubro de 2016
NANOPARTÍCULAS: a poluição invisível
Nanopartículas: un veneno que no se ve
“Los recientes avances en nanotecnología y el correspondiente incremento de su uso en los más diversos productos y en todos los sectores de la sociedad, ha dado lugar a una gran incertidumbre en cuanto a los impactos ambientales que éstos pudieran tener a corto, mediano y largo plazo.”
Si bien la nanotecnología es una materia relativamente nueva, resulta fundamental saber cuál es el destino, el comportamiento, la disposición y la toxicidad de los nanomateriales manufacturados y sus efectos directos o indirectos en los seres vivos.
La realidad es que existe una escasez de investigaciones dedicadas a estudiar el comportamiento coloidal y la toxicología de las nanopartículas, muchas veces por las limitaciones que impone el tamaño de las mismas. Los pocos científicos que se dedican a ello, advierten que estamos ante un problema cuyas consecuencias podrían ser como poco: nefastas.
Nanomateriales en el medio ambiente
Todavía existe un debate con respecto a la nomenclatura asociada con la nanociencia y la nanotecnología, aunque la definición de un nanomaterial (NM) aprobado por la British Standards Institution, la American Society for Testing Materials y el Comité Científico de los Riesgos Sanitarios, sostiene que es un material con una dimensión que está por debajo de 100 nm (nanómetros).
Dentro de este grupo de materiales, las nanopartículas (NP) son los materiales con dimensiones que van de 1 a 100 nm y se les considera particularmente importantes (y peligrosas por sus efectos adversos sobre la salud), aunque siempre han existido en nuestro entorno, provenientes tanto de fuentes naturales como antropogénicas.
Las nanopartículas en el aire se conoce tradicionalmente como partículas ultrafinas, mientras que a las que están en el suelo y en el agua se les denomina coloides y poseen un rango de tamaño ligeramente diferente.
Los nanomateriales naturales y antropogénicos
En ambientes urbanos, los vehículos y las fuentes fijas de combustión que emplean material de origen fósil (petróleo, carbón y/o gas), han contribuido durante muchos años a la generación de material particulado, en un amplio rango de tamaños, incluyendo los PN, que ascienden a más del 36% del total de la concentración del número de partículas.
Además, hay un fondo natural de PN en la atmósfera, aunque la concentración total en general (salvo excepciones como los desiertos) es muy baja, en comparación con los posibles escapes de PN manufacturados.
Los efectos sobre la salud de tales partículas están siendo todavía investigadas: son las tradicionales PM10 (partículas de menos de 10 micras de diámetro) las PM5 y las PM2.5; pero por debajo, se ha identificado un aumento considerable en la toxicidad de partículas más finas aún.
La mayoría de las investigaciones realizadas en este ámbito hasta la fecha se han centrado en el material particulado ultrafino o sea de las partículas a nanoescala y de sus efectos sobre la salud humana, especialmente a nivel del sistema respiratorio, incluyendo el estrés oxidativo y las reacciones inflamatorias y fibróticas.
En los sistemas acuáticos, el término genérico que se aplica a las partículas de tamaño nanométrico es coloides y comprenden materiales orgánicos macro-moleculares, tales como ácidos húmicos y fúlvicos, proteínas y péptidos, así como especies inorgánicas microscópicas.
Aunque las especies disueltas son operacionalmente definidas como aquellas que pasan a través de un filtro de 0,45 micras, esta fracción también incluye especies coloidales cuya biodisponibilidad es muy diferente de las especies metálicas orgánicas o iónicas verdaderamente solubles y el trabajo más reciente ha hecho hincapié en la necesaria separación y diferenciación de los diferentes coloides acuáticos.
En los suelos, los NP naturales (también llamados coloides) incluyen arcillas, materia orgánica, óxidos de hierro y otros minerales que juegan un papel importante en los procesos biogeoquímicos y se han estudiado en relación a su influencia en el desarrollo del mismo (pedogénesis) y su efecto en el comportamiento del suelo estructural (la dispersión y formación de costras).
Uno de los factores fundamentales de este tipo de partículas es que los coloides del suelo y otros medios porosos pueden facilitar el movimiento de los contaminantes, que pueden ser absorbidos o incorporados a los mismos y servir de transporte cuando las condiciones son favorables para ello (por ejemplo, mediante la escorrentía pluvial).
Falta mucho por investigar
Los científicos reconocen que al ser tan pequeñas las partículas y tener tantas maneras de esparcirse, no es fácil hacer estudios pormenorizados y mucho menos prever cómo se comportarán, con el fin de combatir este tipo de contaminación invisible al ojo humano, pero sumamente dañina para la salud de los seres vivientes y para el equilibrio ecosistémico.
Por ello, si bien siguen empeñados en el estudio de estas minúsculas estructuras, llaman a las comunidades del mundo a un cese inmediato de la quema de combustibles fósiles, origen principal de las NP más dañinas y a que se empleen fuentes de energía renovables que no envenenan los suelos, el agua y el aire.
Fonte: ECOticias
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